Como un cuadro de
Antonio López. Real. Muy real. A veces incluso más desde los ojos ajenos, desde
los ojos de pequeños testigos que han estado ahí incluso en contra de su
voluntad, sujetos involuntarios que se han cruzado en nuestro camino o a los
que hemos forzado a venir con nosotros. Y todo para que hoy puedan juzgar la
situación de manera objetiva, algo que quizá nosotros no somos capaces de
hacer.