Como un cuadro de
Antonio López. Real. Muy real. A veces incluso más desde los ojos ajenos, desde
los ojos de pequeños testigos que han estado ahí incluso en contra de su
voluntad, sujetos involuntarios que se han cruzado en nuestro camino o a los
que hemos forzado a venir con nosotros. Y todo para que hoy puedan juzgar la
situación de manera objetiva, algo que quizá nosotros no somos capaces de
hacer.
Rincón de las hojas amarillas
¿Y por qué no?
domingo, 15 de septiembre de 2013
sábado, 20 de julio de 2013
Blender's thoughts
Nunca me ha gustado el muesli, pero si lo mezclas con
plátano y algo de yogur se camufla dando muy buen resultado. Cruje, igual que
el banco de madera donde estoy sentada. El policía de enfrente ha preferido
sándwich antes que muesli, el business man lleva su tupper preparado la noche
anterior, y el chico de los nuddles les mira con cierta envidia. Pero yo me
quedo con mi muesli y mi banco en la esquina izquierda de este parque
pequeñito, trasera de una iglesia encajonada entre paredes que saben lo que se
cuece en Wall Street. Yo de eso no tengo mucha idea. Quizá debería preguntarle
al business man del banco de enfrente, pero ya ha acabado su tupper y empieza a
recoger. Al policía le queda aún la mitad de su sándwich cortado en triángulos.
No todo el mundo conoce los árboles de este parque. Están escondidos para
disfrute, siempre corto aunque habitual, de unos pocos. A mí me gusta su porte.
Parecen sabios, como si se tratase de alguien que sabe mucho de la vida ya. Y
creo que es así. Ellos no hablan, y muchas veces tampoco los que los contemplan,
pero existe una comunicación silenciosa que les ha hecho aprender mucho más de
lo que sabía St. Peter cuando salió del seminario. El muesli es un buen complemento para los momentos
pasados en este parque. Por cierto, debo acabármelo.
¡RING! La alarma. Hora de volver al trabajo.
viernes, 7 de junio de 2013
Sublimación progresiva (volatilización)
-Se ha ido
-¿Estás seguro?
-Sí, no hay duda, ya no está aquí.
-Yo creo que todavía anda cerca, que no se ha ido del todo.
-No digas eso. Si no se ha ido aún dolerá más.
-No tiene por qué, yo quería que se quedase. Me gustaba.
-A mí también, pero quizá lo hayamos echado entre los dos.
-Puede. O quizá haya sido mi culpa.
-Eso ya da igual. Es mejor así, al menos por ahora.
-No estoy de acuerdo. Puede ayudarnos, como siempre lo ha hecho. Voy a buscarlo, porque de verdad creo
que andará cerca. No ha podido ir muy lejos. Se acostumbró a vivir aquí, así
que no le será fácil ir lejos. Además no conoce el camino.
-Lo siento, pero no voy a acompañarte.
-Lo sé, no te lo estoy pidiendo. Salgo ya, que no quiero que
lleve mucha ventaja. Si lo encuentro te lo haré saber.
-Si lo encuentras lo sabré.
-Pero si vuelve por sí sólo y no estoy aquí, por favor
llámame.
-No puedo asegurártelo.
-Sólo ten en mente que me gustaría verlo otra vez. Hasta
pronto.
jueves, 25 de febrero de 2010
¡Bendita inocencia!
Tú, que puedes aislarte de tu alrededor siempre que quieras, y aunque no lo hicieses, seguirías siendo ajena a todas las desgracias que te rodean.
Tú, que albergas toda la paz en tu interior, y con cada una de tus sonrisas la exteriorizas y se la prestas a todo aquel que tenga la suerte de verte.
Tú, que no entiendes de enfermedades, ni de mentiras, ni de maldad. Pero sabes que debajo de las mantas se está calentito.
Tú, que lloras si tu estómago hace gestos, que haces gestos a todos los que te quieren, que quieres a los que te abrazan, y abrazas tu chupete como si fuera tu arma más valiosa.
Tú eres capaz de aportarme en media hora más paz de la que puedo conseguir en 365 días.
365 días.Más de los que tú tienes. 365 paseos iluminados por 365 rayos de sol en aquella fría tarde de enero.
El sol y tú sois los únicos síntomas de alegría. Porque desconocéis la verdad. ¡Bendita inocencia! Pero un día tú, con el sol, crecerás, y empezarás a saberlo todo. Además, tienes cara de lista. Estoy segura de que llegarás lejos. Pero esto implicará entender, y sufrir, pero también luchar...vivir. o único que no debes hacer es dejar de reír.
miércoles, 29 de julio de 2009
Dulce
martes, 21 de julio de 2009
Sin volver la vista
Volvería: eso me dijo. Yo decidí esconderme bajo el primer puente que se cruzara en mi camino. Blackfriars Bridge. Creo que he corrido durante más de media hora. Mi hermano quedó atrás, dijo que no parara hasta estar lejos de ellos. Lo único que queríamos era dormir una noche sin frío. Por eso entramos en aquella casa. Parecía abandonada, pero aparentaba ser cara. Vamos, de familia rica. Estaba bastante cerca de Fleet Street. Nuestro tío nos había prometido que al venir de Dublín encontraríamos trabajo para los dos y podríamos vivir aquí por lo menos hasta el invierno siguiente. Pero todo fue mal. Y acabamos dentro de esa casa. Los vecinos debieron avisar a la policía y a media noche nos despertaron sus golpes en la puerta. La echaron abajo. Scott y yo saltamos por la ventana que daba al patio de atrás. Me dijo que corriera sin volver la vista, que él me encontraría. Realmente,no le creí. No podía permitirme perder a mi hermano, así que me escondí detrás de unos cubos de basura. Desde ese lugar poco privilegiado observé como un policía joven cogía a mi hermano por detrás y lo tiraba al suelo. Le propinaba un par de patadas en el estómago. Salía sangre de su boca. Era horrible presenciar algo así, y no poder salir a ayudarle. Scott era sensato, me dijo que que no volviera la vista, Sabía lo que podía ocurrir. Mi ayuda para él en ese momento era absurda, no podía hacer nada. Sólo retorcerme de dolor al verle sufrir en el suelo.
Cuando el policía acabó con él, alguien gritó: ¡aquí hay una muñeca!la niña no debe andar muy lejos...Ahí fue cuando comprendí que debía correr y correr, sin volver la vista.
Londres de noche es un escaparate de personas: gente adinerada que vuelve a sus casas después de haber visto la ópera desde su palco en el Royal Albert Hall, jóvenes estudiantes que me miran con tristeza, mendigos que suplican algún que otro pound, barrenderos que no han acabado su jornada, basureros que la empiezan...y yo sola en medio de esa inmensa ciudad, esa inmensa sociedad en la que me encuentro, perdida, y sola.
Desde este puente en el que me he escondido veo pasar un coche de policía. Me asusto. Pero no. Les dejé atrás hace mucho. Saqué fuerzas de flaqueza y corrí como nunca antes lo había hecho. Tengo que encontrar a Scott. Quizá él sabía que no volvería a verme en el momento en el que me dijo que corriera. Quizá él fue capaz de arriesgar su vida para salvar la mía. Quizá él jugó una partida en la que me perdía para que yo ganara otra en la que mi vida continuaba. Pero, ¿cómo? Puedo ir a una comisaría a buscarle, pero a lo mejor me golpearían a mi también, y mi pequeño cuerpo no podría soportarlo; Scott no querría eso. Él ante todo había preferido que yo saliera ilesa de esta negra noche londinense. Puedo acudir al hospital, pero no somos de aquí, nunca nos llevarían a ese lugar. Nunca se preocuparían por unos niños irlandeses. No hay más rastro. No puedo encontrarle. Ni él a mí. He corrido por callejones que no conocían las líneas rectas. Es imposible. Le he perdido.
Quizá tenía razón. Y aunque no la tuviera, los acontecimientos le han llevado a tenerla. No vuelvas la vista. Adelante.
sábado, 4 de julio de 2009
Atrapada
Atrapada entre pensamientos incongruentes que no te llevan a nada, atrapada sin saber cuál es el siguiente movimiento. A lo mejor es que no hay siguiente movimiento. Delante de un ordenador, arreglada para salir, arreglada para no quedar con nadie. Habiendo perdido ocasiones, incluso habiéndolas perdido por haber ganado otras. Y haber perdido esas otras justo en el momento de ganarlas.
Limbo. Medio. Ningún lugar. Faltas. Más faltas. Faltas de gente, faltas de puntualidad, faltas de respeto. Según cómo lo mires. Con cuáles me quedo?creo que con todas. O con ninguna.
El nuevo mundo me esperaba, y yo le dije adiós de muchas maneras: adiós por no tener dinero, adiós por hacerlo mal, adiós por ser distinta o rara como dirían algunos, adiós por ser tan poco oportuna, adiós por intentarlo todo y acabar con nada.
Los sentimientos muchas veces no te proporcionan una lógica. De hecho sólo pocas veces lo hacen. Por ello creo que esta entrada no tiene un buen hilo conductor, ni un sentido global, sólo era una salida. Es paradógico, una entrada es una salida, la salida a estar delante de un ordenador arreglada para quedar con nadie.
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